Viajes Psicodélicos: La Búsqueda de Burroughs y Ginsberg en América del Sur (Parte I)
+ Fragmento de Las Cartas de la Ayahuasca + Evento MIFA de Abril
En 1960, Timothy Leary recibió una carta de Allen Ginsberg. Leary era en ese entonces un profesor en Harvard y había invitado a Ginsberg a formar parte de los estudios de la recientemente sintetizada psilocibina (un compuesto psicoactivo que se encuentra en ciertos tipos de hongos, conocidos como hongos psilocibios). Allen Ginsberg le respondía a su invitación enumerando sus cualificaciones que incluían, entre otros, viajes con LSD, encuentros con la Ayahuasca en América del Sur, y la confesión que la segunda parte de su libro Howl había sido escrita enteramente con Peyote.
Timothy Leary fue un psicólogo estadounidense, conocido por su amplio respaldo a la medicina y drogas psicodélicas. Siendo profesor en Harvard, se fue a México y probó los hongos por primera vez y regresó a Harvard a hacer experimentos a los que invitaba a poetas y otros artistas. Harvard despidió a Leary en 1963 cuando sus experimentos y protocolos comenzaron a causar demasiada controversia por falta de supervisión médica adecuada. Algunos aseguran que Leary contribuyó, en parte, a la prohibición federal de los 70 que llevó a los psicodélicos a la cultura underground. Algo que ahora, por fortuna, parece cada vez más lejano debido a esta nueva ola de reevaluación cultural.
En el mismo año que Ginsberg le enviaba la carta a Leary, había pasado seis meses en Sur América, entre Chile y Perú y había llevado registro meticuloso de sus viajes, que incluyeron su visita a Machu Pichu y la búsqueda de la Ayahuasca o el Yagé, una planta medicinal Indígena que expande la mente recomendada por su amigo William S. Burroughs, otro escritor bien versado en estados alterados de conciencia.
Burroughs escribe sobre sus experiencias con los psicodélicos en su novela Junkie. Comenzaba la década de 1950 y había huido a México para escapar de Estados Unidos, después de varios arrestos. Tenía alrededor de treinta y seis años, y en su novela habla de "la generación más joven" de hipsters estadounidenses que vivían de manera económica en México.
Fue con estos chicos que Burroughs probó peyote por primera vez. Típicamente, describe cómo se sintió enfermo y vomitó, y el peyote le obstruyó la garganta. Compara la experiencia con la Benzedrina, pero con tonos surrealistas: "Todo lo que veía parecía una planta de peyote", dice. Pero para él no fue una experiencia psicodélica revolucionaria; eso vendría más adelante.
El episodio del peyote está cerca del final del libro Junkie, que describe un viaje, tanto geográfico como experimental. Y al final del libro, Burroughs establece la próxima etapa de su viaje. Es fascinante desde nuestra perspectiva actual ver en lo que ya se asomaba en la década de 1950. Y no era nada menos que la Ayahuasca o Yagé, aunque Burroughs omitió el acento de la "e" y la llamó "yage". Y es así como nace el próximo libro: The Yage Letters, que es un libro de dos partes; la primera detalla las aventuras de Burroughs en 1953 y la segunda las de Ginsberg en 1960 en Sur América.
Burroughs era un total creyente en el universo mágico; estaba interesado en lo oculto, los hechizos y la adivinación, así que este fue el aspecto del yagé que más le atrajo. En el último párrafo de Junkie escribió: Tal vez encuentre en el yagé lo que he estado buscando en la droga, la marihuana y la cocaína. El yagé puede ser la última solución.
Así que Burroughs realizó varias expediciones por América del Sur. La primera se describe en la novela Queer, pero no tuvo éxito, ya que no pudo encontrar a las personas adecuadas para ayudarle entre los locales. Pero regresó en 1953 y esta vez tuvo una buena oportunidad: una extraordinaria coincidencia. ¡Pero esto lo dejamos para el próximo Substack!
Y es asi como, poco después, en 1960, Ginsberg emprendió un viaje de seis meses a América del Sur, principalmente para tomar ayahuasca, siguiendo los pasos de Burroughs y recolectando el material para su parte de The Yage Letters. Sus experiencias fueron muy profundas, desestabilizadoras y a veces terroríficas; sin duda la ayahuasca lo llevó mucho más allá del alcance del LSD.
En el próximo Substack continuaremos contándoles un poco mas sobre estos poetas beats y su experiencia con los psicodélicos, particularmente con la planta medicinal ayahuasca o yagé.
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Poema de la Semana
Carta de Burroughs a Ginsberg
Fragmento de Las Cartas de la Ayahuasca
25 de enero de 1953
Hotel Mulvo Regis, Bogotá
Querido Al.
Bogotá está en una meseta rodeada de montañas. La hierba de la sabana es de color verde brillante, y aquí y allá se yerguen monolitos precolombinos de piedra negra entre la hierba. Una ciudad triste y sombría. Mi habitación de hotel es un cubículo sin ventanas (las ventanas son un lujo en Sudamérica), con paredes de contrachapado verde, y la cama me queda corta.
Me pasé mucho tiempo sentado en esa cama, paralizado, de bajón. Luego salí a darme una vuelta. El aire era frío y cortante, y me fui a tomarme una copa, dándole gracias a Dios por no haber llegado enfermo de jaco a esta ciudad. Me tomé unas copas y volví al hotel, donde un camarero feo y medio raro me sirvió una cena que me resultó indiferente.
Al día siguiente fui a la universidad a recoger información sobre la ayahuasca. Todas las ciencias están agrupadas en lo que llaman el Instituto. Un edificio de ladrillo rojo, de pasillos polvorientos y despachos desprovistos de letreros, la mayoría de ellos cerrados con llave. Me abrí paso entre cajas y animales disecados y muestras botánicas. Todas esas cosas las andan moviendo continuamente de una sala para otra, sin ningún motivo aparente. De los despachos sale corriendo gente reclamando algún objeto del montón de basura del vestíbulo, para que se lo lleven otra vez a su despacho. Los bedeles están todos por ahí sentados encima de las cajas, fumando y saludando a todo el mundo, llamándole «doctor».
En una enorme sala polvorienta llena de muestras de plantas y de olor a formaldehído vi a un hombre buscando algo que no encontraba, con un aire de refinado fastidio. El tipo se percató de mi presencia.
-¿Qué habrán hecho con mis muestras de cacao? Era una especie nueva de cacao silvestre. ¿Y qué hace este cóndor disecado en mi mesa?
Tenía una cara enjuta y refinada, y llevaba gafas de montura de acero, una chaqueta de tweed y pantalones oscuros de franela. Boston y Harvard, sin ninguna duda. Se me presentó como el doctor Schindler. Estaba relacionado con la Comisión de Agricultura de los Estados Unidos.
Le pregunté por la ayahuasca. -Ah, sí -me dijo-. Aquí tenemos muestras. -Luego, mientras echaba un último vistazo buscando sus plantas de cacao, añadió-: Venga conmigo y se las enseño.
Me enseñó una muestra seca de ayahuasca, que tenía pinta de ser una planta muy poco distinguida. Me dijo que sí, que él la había tomado.
Me comentó que, de todas las zonas en las que podría encontrar ayahuasca, el Putumayo probablemente fuera la de más fácil acceso.
Me tomé unos días para preparar mis cosas y tomarle el pulso a la capital. Para un viaje a la jungla necesitas medicinas: el antídoto contra las mordeduras de serpiente, la penicilina, el enterovioformo y la cloroquina son indispensables. Y luego una hamaca, una manta y un saco encauchado que llaman tula, para llevar tus cosas.
Bogotá está muy alta, y es fría y lluviosa; un frío húmedo que se te mete dentro como la destemplanza interior de la abstinencia. En Bogotá, más que en cualquier otra ciudad que haya visto en Latinoamérica, sientes el peso muerto de España, sombrío y opresivo. Todo lo oficial lleva el sello «Made in Spain».
Tuyo, William
Canción de la semana
El Abismo
Alonso del Río
Ahora sé que hasta el viento se inclina
Ante el amor
Ahora sé que hasta el miedo termina
Sirviendo al amor
Próximos Eventos Vocales Verticales
Bitácora de la ausencia - Vocales Verticales y Foro Penal (17 de Abril en MIFA)
Emirlendris jamás imaginó que un simple trayecto cambiaría su vida para siempre. Su esposo, taxista en Venezuela, había llevado a unos disidentes políticos en su auto sin saberlo. Semanas después, fue ella quien pagó el precio. La desaparecieron, la torturaron y hoy permanece tras las rejas por un crimen que nunca cometió. Su historia es solo una de miles. Porque lo que ocurre en Venezuela es un eco de injusticias que resuena en cada rincón del mundo. Gobiernos que silencian voces incómodas, sociedades que pretenden olvidar a quienes más sufren.
El 17 de abril de 2025, a las 7:30 PM, en MIFA Empty Space, Vocales Verticales se une a Foro Penal para darles voz a los silenciados. A través de poesía, música e historias reales, resignificamos el dolor y celebramos la resistencia. Porque donde hay arte, hay esperanza.
Desde su fundación en 2002, Foro Penal ha asistido a más de 15,000 víctimas de represión política en Venezuela con la ayuda de más de 400 abogados voluntarios. Todo lo recaudado durante el evento será destinado a continuar esta labor incansable. Únete a nosotros y demuestra que la injusticia jamás podrá acallar la verdad.
CUÁNDO: Jueves 17 de abril 7:30 pm (puertas abren a las 7:30PM y comenzamos a las 8:00PM)
Costo: $20 – Compra tus entradas online www.mifamiami.com o en la taquilla del teatro
DÓNDE: MIFA Empty Space 5900 NW, 74 Ave. Miami, FL. 33166
***Book Club Vocales Verticales (online)
Para nuestro encuentro del club de lectura de marzo, estaremos leyendo "Klara y el sol", del escritor japonés-británico y premio Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro. Publicada el 2 de marzo de 2021, "Klara and the Sun" es la octava novela de Ishiguro y nos ofrece una historia de ciencia ficción distópica. Ambientada en un futuro indeterminado en los EE. UU., la narrativa se cuenta desde la perspectiva de Klara, una AF (amiga artificial) alimentada por energía solar, quien es elegida como compañera por Josie, una niña frágil.
Nos reuniremos en línea la última semana de marzo para discutir la novela. Si deseas unirte, mándanos un mensaje para agregarte al grupo de Instagram.
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